Uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim, es mexicano, se dedica a las telecomunicaciones y lidera las inversiones en nuestro país.
México revolucionó el sector de las telecomunicaciones gracias a su reforma en la materia, hecha en 2013.
Las miradas de inversionistas de talla internacional, como AT&T, vieron en México un lugar atractivo para hacer negocios tras la reforma y la llegada de reglas certeras.
México creó un regulador de las Telecomunicaciones y Radiodifusión autónomo y con atribuciones únicas, que desde América Latina fue visto como un ejemplo a seguir.
La ubicación geográfica de México es privilegiada, y avanzará de la mano de Estados Unidos en los sectores tecnológicos y de las telecomunicaciones.
Tiene a las tres empresas móviles más poderosas del continente americano compitiendo con servicios de alta calidad y de última generación.
Fue el primer país de América Latina en ofrecer señal de Televisión Digital Terrestre, lo que traería una ola de más contenidos y de mejor calidad.
Licitó la banda de 700 MHz para desarrollar un proyecto único, la Red Compartida, que traería mayor conectividad y servicios a los mexicanos.
Se licitó por primera vez espectro para ampliar el número de estaciones de radio AM y FM, y se otorgaron 141 nuevas concesiones.
Surgió una tercera cadena nacional de televisión digital, y con ello más opciones para los televidentes. Además licitaron más canales locales.
Se rebasaron los 80 millones de internautas en el país.
Existen 19 operadores móviles virtuales activos y 23 registrados ante el regulador, como ningún país de la región.
Las redes 4G ya tienen una cobertura poblacional superior al 90 por ciento.
La inversión privada en el sector pasó de 61 mil millones de pesos en 2013 a casi 98 mil millones en 2019.
Todo lo anterior ha sido bueno para México y su sector de las telecomunicaciones, tanto que desde América Latina ha causado una impresión envidiable.
Sin embargo, con el tiempo todo ello se ha convertido en mero egocentrismo, y en el pretexto ideal para presumir el desarrollo y luego echarse a dormir.
Va la contraparte:
Uruguay implementó desde 2019 la primera red comercial 5G en América Latina.
En Chile, recientemente licitaron espectro en la banda de 3.5 GHz que servirá para desarrollar redes 5G. En México aún no hay fecha de licitación para la nueva generación de redes.
Colombia lanzó está misma semana su convocatoria para el primer Sandbox Regulatorio de telecomunicaciones. México apenas lo tiene contemplado en su Hoja de Ruta 2020-2024.
Perú trabaja en el desarrollo de su red dorsal de fibra óptica como principal impulsor para la conectividad y nueva generación de redes. México canceló su licitación de Red Troncal de fibra óptica a pesar del interés que había.
Países como Colombia y Chile tienen ministerios TIC que encabezan la transformación digital. En México desaparecieron la Subsecretaría de Comunicaciones y Desarrollo Tecnológico y le delegaron sus funciones a la Subsecretaría de Transporte.
La mayoría de los países de América Latina tienen una estrategia digital nacional encabezada por las autoridades federales. En México han señalado que trabajan en ella, pero nadie la conoce.
Hasta Carlos Slim ha decidido apostar más a los negocios de las telecomunicaciones en países sudamericanos como Brasil con la compra de Nextel y parte de Oi, pues en México el panorama es de incertidumbre.
El desarrollo económico hoy en día depende de las tecnologías y las telecomunicaciones, ya no hay duda de ello. Y México no debe olvidar que ambos sectores avanzan más rápido de lo que puede hacerlo una regulación o planes digitales en escritorios.
Por eso todo el avance que había tenido México, es hoy más bien mero egocentrismo y el desarrollo alcanzado se volverá obsoleto.
C$T-GM