El duelo es un proceso psicológico por el que todas las personas pasamos en algún momento de la vida, y aunque su manifestación e intensidad se viven de forma diferente de acuerdo a las historias y realidades particulares, el actual mundo digital está resignificando la forma en la que enfrentamos esta inevitable etapa.
A inicios de este mes, México se vistió de cempasúchil y las flores, catrinas y las veladoras convivieron con la misma intensidad en el mundo físico que en el digital, lo que sin duda da cuenta de cómo las costumbres ancestrales se adaptan y se transforman a nuevos hábitos y formas de ver la vida… y la muerte.
Cada vez es más común observar cómo incluso las poderosas redes sociales entienden y se alinean con las necesidades emocionales de las personas. Tan es así que plataformas como Facebook han abierto posibilidades que antes eran inimaginables, y que sin duda, la pandemia impulsó de una manera abrupta: los rituales digitales de despedida a las personas, amigos y familiares muertos.
Y es que si bien lo común es realizar un sepelio, presentar condolencias a parientes y amigos de la persona fallecida, ir al panteón o llevar flores, hoy se puede ver también cómo las personas arman una semblanza en un video en TikTok, suben fotos recordando los momentos felices o les dirigen mensajes.
Aunque hay generaciones que no terminan de entender esta nueva modalidad, lo cierto es que los espacios digitales son para las personas jóvenes, lugares naturalmente propicios para externar sus emociones, lo que les permite avanzar en el proceso de sanación
del dolor emocional que deja la pérdida de un ser querido.
Pero no podemos explicar este fenómeno, sin referirnos a lo que significó la pandemia. La cantidad de personas que han muerto desde el álgido inicio de la crisis de salud, es abrumadora, pero su efecto también debe medirse en función del número de personas que quedaron en duelo como padres, madres, hijos, hermanos y amigos.
A las lamentables pérdidas humanas se ha sumado la imposibilidad de satisfacer una necesidad humana: el contacto físico que hace el duelo mucho más llevadero, pues se busca el consuelo y el confort en los abrazos y palabras de las personas cercanas.
La pandemia y las necesarias medidas sanitarias han convertido la muerte en un acontecimiento todavía más trágico, doloroso y traumático para quienes no pudieron despedirse físicamente de sus seres amados, lo que eleva a otro nivel el sentimiento de pérdida.
Sin embargo, cuando parecía que el sufrimiento tendría que vivirse en solitario, nos topamos con el potencial de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC)
que brindaron y siguen brindando la posibilidad de mantenernos cerca aunque estemos lejos.
Desde luego que el proceso de duelo se pudo ver alargado o dificultado por el aislamiento, pero los medios digitales siguen siendo una opción para realizar reuniones virtuales y ceremonias con familiares que viven en lugares distantes, incluso ahora que las medidas de restricción social son cada vez más flexibles.
Hoy, compartir el dolor en las redes sociales, externar las emociones relacionadas con el duelo y hablar públicamente de los sentimientos, es un hábito muy normalizado y esto tiene una buena explicación.
Conectar con el significado del duelo, resignificarlo, abrirse a la posibilidad de identificarse con las experiencias vividas por otras personas y encontrar nuevos patrones de afrontamiento, son parte del proceso de sanación y los entornos virtuales facilitan esta interacción al crear redes de apoyo, pues no hay que olvidar que aunque el contacto físico es vital, la sensación de confort y consuelo, es totalmente real y benéfica.
Adriana Musitano, quien es investigadora del Área de Letras del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades (Ciffyh), expone este fenómeno de una manera muy precisa al señalar que los ritos de duelo que se exponen en las redes sociales, ya sea a través de imágenes, objetos, o palabras, se vuelve una “exhibición” de la muerte, pero no como exhibicionismo sino como un acto de mostrar que es una forma de ritual para compartir el dolor con otros.
Si bien las TIC ofrecen diversos canales y formas de apoyo, es importante recalcar que esto no suplanta a una atención profesional para quienes así lo requieran; afortunadamente, durante las últimas décadas ya se había observado un incremento de las intervenciones en línea debido a las ventajas que estas suponen.
Esta modalidad cuenta, por ejemplo, con mayor flexibilidad y anonimato, accesibilidad más rápida, disminuye recursos de movilidad, acorta tiempos y permite a las personas estar seguras, sin riesgo de contagios.
La terapia en línea ofrece la misma efectividad que una sesión en formato presencial, por ejemplo, realizar una carta a la persona fallecida tiene la posibilidad de reducir la soledad emocional, aumentar el estado de ánimo y reducir la ansiedad, una actividad que puede realizarse tanto de forma virtual como presencial.
También es relevante reconocer cuándo se requiere un acompañamiento emocional, pues hay casos y ocasiones en las que compartir el dolor en las redes sociales, puede no ser suficiente.
Si has observado que tú o algún familiar comienza a dejar de hacer lo que comúnmente realizaba: rutina, empleo, ejercicio, convivir, etcétera, es una señal de alarma que nos dice que es necesaria una intervención terapéutica.
Es un hecho que las TIC representan un recurso importante, sin embargo, no perdamos de vista la importancia de aprender a gestionar los recursos, ocuparlos a nuestro favor y sobre todo, recordar que ninguna tecnología suplanta un abrazo, el contacto físico o una charla en vivo.
Hoy es un buen día para recordar que una cosa sigue siendo segura: es necesario evitar la negación de la muerte para poder llevar adelante un proceso de duelo saludable. Sigamos echando mano de las TIC que ofrecen ese puente para acercarnos e ir avanzando en el camino de la vida.
C$T-GM