En México, el dinero en efectivo sigue siendo la principal forma de pago con 70 por ciento de la preferencia entre la población bancarizada y 88 por ciento en la no bancarizada, revela el “Estudio de medios de pago 2025”, elaborador en conjunto por NTT DATA, AWS, Baker McKenzie y Lexia.
Mediante una investigación documental combinada con entrevistas a líderes del sector y un estudio cuantitativo en el mercado abierto, reveló que los mexicanos prefieren el manejo de dinero efectivo, a pesar de que existe tecnología moderna y un marco regulatorio favorable para utilizar los pagos digitales.
De acuerdo con datos recabados, las transferencias mediante el sistema SPEI pasaron de representar 15 por ciento de las operaciones en 2020, a 40 por ciento en 2025 y también hubo aumentos significativos en el uso de billeteras digitales que pasaron de 5.0 a 36 por ciento, en tanto los pagos sin contacto aumentaron de 1.0 a 30 por ciento en los últimos cinco años.
No obstante los importantes aumentos observados, aún prevalece desconfianza de los usuarios en la seguridad digital, además de que la educación financiera es endeble y existe temor al endeudamiento asociado a instrumentos bancarios, que explican la preferencia por el efectivo.
Pero el hecho de que el dinero en efectivo reine en México, se debe también a factores estructurales: por ejemplo, la informalidad laboral que alcanza al 56 por ciento de la población ocupada y la disparidad de género en la bancarización, donde 57 por ciento de las personas que no tienen acceso a servicios bancarios, son mujeres.
A esta situación se debe agregar que persiste una brecha de disponibilidad y adopción tecnológica. Si bien herramientas como CoDi y DiMo son impulsadas por el Banco de México para elevar la penetración de la digitalización de pagos, “su uso sigue siendo marginal”, de sólo 5.0 y 4.0 por ciento respectivamente, a pesar de ser ambos sistemas ampliamente reconocidos en la sociedad.
Por otra parte, la inclusión financiera es un tema complejo, porque es muy desigual si se mira por zonas del país. Por ejemplo, en el noreste de México, 85 por ciento de la población está bancarizada, mientras en estados del sur como Guerrero, Chiapas y Oaxaca –que suelen aparecer en los últimos lugares en conectividad digital en general, el nivel es de apenas 68 por ciento.
Cabe recordar que en las zonas rurales del país, 4 de cada 10 personas no tienen acceso a internet y “a esto se suma la percepción de riesgo, pues 62 por ciento de los usuarios bancarizados ha enfrentado intentos de fraude y la complejidad de las aplicaciones bancarias, frenan su adopción”.
Con esta información, el estudio recomienda establecer una estrategia de colaboración entre el sector público y privado para fomentar la interoperabilidad, la inclusión y la educación financiera.
El reporte indica que la rentabilidad en el futuro dependerá de la capacidad para organizar ecosistemas de valor que integren servicios financieros embebidos, aprovechen los datos transaccionales y generen experiencias personalizadas, además, por supuesto, de combatir la informalidad laboral y aumentar la inclusión financiera.
Por eso es importante pensar en la digitalización no sólo como un tema de infraestructura, sino de como evolucionar a una estrategia enfocada en el usuario, donde los pagos digitales sean algo sencillo, cotidiano y, sobre todo confiable.
Durante la presentación del estudio, Luis Olmedo, socio y director de Banca de NTT DATA México, confió en que pronto veremos un ecosistema de pagos digitales en México con infraestructura moderna, innovación tecnológica y actores competitivos.
No obstante, todavía hay que superar el reto de construir la confianza y diseñar las experiencias digitales sencillas, seguras y que respondan a la realidad de los usuarios y los comercios, tomando en cuenta las particularidades de cada región y mercado en México.
C$T-EVP






































