El comercio mundial basado en un escenario globalizado afectado por la pandemia ha impuesto retos en la configuración de las cadenas, que de acuerdo con especialistas requerirán de diversificación, flexibilización y relocalización de la producción, así como de mejorar las capacidades y habilidades del capital humano, y de una política de desarrollo industrial.
“América Latina tiene una oportunidad, pero hasta ahora no ha aprovechado las posibilidades que hay, y esto implica algunas reformas importantes en la región”, destacó William Maloney, economista en jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial (BM), quien añadió que se deben afrontar temas pendientes para competir no sólo en la economía global sino con las nuevas tecnologías que lleguen.
América Latina, expuso, tendría que resolver la falta de transparencia del sistema de comercio, barreras no arancelarias, bajos niveles de fuerza de trabajo, falta de capital y servicios, entre otros.
En la mesa virtual “La nueva globalización”, de Expansión Summit 2021, reconoció que la mayor parte del impacto se verá por cambios de tecnología, punto que exige una preparación, pues se tiene a las industrias diciendo que falta capital humano con las habilidades que necesitan.
“Exige más capacidades a nivel individual y más flexibilidad en términos del tipo de trabajo. Entonces, cuando uno habla con empresas que están contemplando entrar en América Latina unas de las cosas en las que hacen hincapié es la falta de capital humano, el bajo nivel de capital humano que se encuentra en América Latina”.
Aunque reconoció que sí se invierten recursos en sistemas universitarios, “hay una desvinculación, por ejemplo en I+D (investigación científica y el desarrollo tecnológico) o en la investigación que hacen las universidades y lo que necesita el sector productivo, hay un desfase que tenemos que cambiar”.
Alberto Bello, moderador del panel, destacó que hablar de la nueva globalización es hablar también de educación, y cambiar el sistema educativo será uno de los retos enormes de México a largo plazo, y que también va a depender de las empresas mexicanas que no están acostumbradas a invertir en I+D.
Al respecto, el director general del Consejo Mexicano de Comercio Exterior (Comce), Fernando Ruiz Huarte, consideró que México ha sido conservador en los programas universitarios y tecnológicos, y se tiene que tener una visión más globalizadas, de qué requiere y hacia a dónde va el mundo para que las universidades vayan hacia el mismo punto.
“Nos falta una adecuación viendo el tema global. El otro tema es que México tiene una gran área de oportunidad, en el valor agregado de las exportaciones. Recordemos que el 88 por ciento de lo que exporta el país es manufactura y tenemos un valor agregado bajo. Tenemos que ver cómo impulsamos y nos falta una política de desarrollo industrial. No existe”.
Por su parte, Amapola Grijalva, presidenta de la Cámara de Comercio y Tecnología México-China, afirmó que velocidad de reacción de las cadenas, la flexibilización para atender en tiempo real las demandas crecientes es el gran reto del comercio exterior de este siglo, que no sólo crecerá de manera acelerada sino que además requiere mucha infraestructura de telecomunicaciones y de medios de pago.
“El tema de manejar de una manera planeada la integración de tus cadenas es algo que tiene preocupadísimo no solamente al que toma las decisiones sobre el tipo de proyecto que va a poner en qué mercado, sino las condiciones reales en que va a poder competir, y además tenemos otro fenómeno que se ha sumado a esto: el e-commerce”.
Tras recalcar que los costos de las cadenas superaron los niveles de previsión durante la pandemia, que afectaron tiempos de entrega, Grijalva Vega se pronunció por la diversificación para no depender de un solo socio comercial, y buscar cómo hacer que en el proceso de nearshoring se tenga menos vulnerabilidad de las cadenas.
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